Abrigo de escarcha

La pasarela del cielo



¡Qué monótona esta monotonía injusta a la que nos avoca el celo de vivir...!

Suave amanece la mañana 
sumergida en su canto puro de manzana, 
 y suave anochece la luna mora
 sobre estas doradas lomas 
 que rojas y gruesas amapolas
 sangran...



Y observo este devenir 
subida al reptil de los minutos que encadenan;
las hay almas malas, 
las hay almas buenas...

Y observo con las manos atadas
 cómo la boca del santo vomita cadenas,
y cómo las manos de la vida mueren trabadas 
después de haber nacido estelas.

Esty

¡Y hundir quieren mis pies, atar quieren mi alma!
y ya preso de cuerpo y gesto quieren al justo
 los que poseen el mundo sobre sus palmas. 

Prenden el tiempo del otro y lo atan, 
haciendo ovillos de ratas,
 robando sueños
 y mintiendo impostoras promesas 
sobre su cara...

¡Diablos sabios, amantes necios!
que roban la vida del pobre 
para tejer su abrigo escarcha.

No llames

La pasarela del cielo




Desconocida la prosaica cara del huérfano
 vino a verme,
llamando a mi puerta, justo antes callada,
 justo antes sin gente...
Desconocida vino con palabras de amor
 y requiebros imberbes, 
vino la prosa que el viento sopla
 cuando la calma se vence.


A. M. Lorek


No llames a mi puerta, huérfano de honestidad ausente, demente...
deja su piel cuarteada en la penumbra secreta del silencio y de la muerte, 
que yo no busco bullicio ni mentira,
 que mi hogar sólo suspira versos
 y versos aspira y versos expira y lo mantienen.

Sigue camino y despega tus ojos de mi sino
que tu sino no comprende.

Ve, amigo o enemigo, 
ve y no enturbies con tu llamada 
el aire de mi almohada,
 ni deformes las ondas de este silencio grande
que en lo alto de mis sueños se sostiene.



Azahares

La pasarela del cielo


El fin está más cerca cada día y los días ya no quieren regalarme el brillo de los azahares que yacen muertos sobre tu tumba. Me llamas, me buscas, y tus pasos sutilmente ya se escuchan. Debes saberlo, nada busco que no sea reencontrarte. Ven a verme, ven a cantarme, que yo te atiendo embelesada como embelesada del viento aquel día me quedase, apartando las brisas por buscar tu aliento...

-No es la hora, dices. No es el momento- Mas mis brazos se extienden sonámbulos, atados a este cuerpo despierto, rastreando las entrañas del tiempo que no sabe retroceder el camino ya cubierto. Te encontraré, cariño, allá de los tiempos, allá de este desierto; que estas arenas no atenazan ya mis pies ni el calor de esta sangre que no me ha de acompañar por mucho tiempo.


Sólo te pido que al otro lado tu te halles, esperando y apartando con tus manos los umbrales de ese mundo de los muertos, para rescatarme de este tiempo de hormigas malhumoradas que corren sin saber destino ni origen ni importar trayecto.
Las manos tuyas descarnadas y las manos mías, se prendan en abrazo de duendes y de hadas hasta deshacer en este mismo instante los remolinos del tiempo. Mas mis deseos no quieren cumplirse y esta casa se yergue en eco cada noche de nuestro breve amor y nuestro largo duelo.

-María ¿otra vez aquí sola? ¿En qué anda pensando mirando ese retrato? ¡que lo va a gastar...! Venga a la cocina que ya es la hora de la cena. Le tengo preparada la ensaladita de maíz que le gusta- Dijo la muchacha que me pusieron para que no esté sola mientras se llevaba tu retrato limpiándolo con el filo del mandil. 
Sabes que nunca me dejaron sola después de tu ausencia. Por alguna razón que nunca comprenderé, tu hermano Ernesto y su mujer Hermínia siempre cuidaron de mi hasta hartarme. Más de una vez, a riesgo de demostrarles mi sincero desagradecimiento los he mandado a paseo...pero ellos insistieron hasta cansarme y hacerme claudicar, aceptando la imposición de su intermitente compañía y la de los cuidadores que pagan con sus buenos cuartos para mantener a cero la cuenta que siempre tendrán pendiente contigo. Bueno, o seguro que también  por deferencia a tu adorable persona, porque a mi nunca me cayeron bien. ¿recuerdas cuando me los presentaste?  
-Le preparé la ensalada de maíz que le gusta- insistía la cuidadora levantando la voz para asegurarse de que la había escuchado.
-Sí, la he oído Mercedes, vamos por ella-
 Esta muchacha no me deja pensar, es muy ruidosa y nunca se está quieta. Habla y habla, pregunta y pregunta... Bueno, cariño ¿por dónde íbamos?

El aliento de las flores

La pasarela del cielo


A veces duele el ánimo de tanto volar,
 a veces duele la risa
 y el aliento de las flores intensas 
se me pega al alma como disimulando...

El alba mansa me seduce 
como me seduce la luna llena,
 me enamora la errante nube,
y me enloquece tu alma buena.


Agnieszka Lorek



El camino es corto y largo, 
se estrecha allá a lo lejos
 y se funde con los verdejos
de mis sueños más claros.

Y tan fuera de lugar yo me hallo,
en tan bello vergel de terciopelo,
 tanteando con estos ojos sesgados
y este alma color gorrión
de oscuro y bajo vuelo...

Pero ancha es la vereda del cielo, 
y luminosos los soportales del muro de los ciertos; abrazadoras las almas blancas son,
 y las flores del mundo se asemejan las olorosas torres
 que bajo las enaguas de la luna hacen cosquillas, cuando perezosa se retrasa a contemplar el alba,
 para a deshora sumergirse bajo el perpendicular ocaso del orto.

 Y es este aliento 
de las flores frescas,
que se me pega y se me pega
 al alma como brisa intensa...

La delgada línea del odio

La pasarela del cielo




El blanco, el negro y la delgada linea del odio 
no entienden de razones ni de llantos, 
 separan mentiras de verdades, 
descoyuntan familias y amistades... 
y en ordenado consejo
 unos pocos se inventan realidades
que se creen los rebaños de balantes.

Elisavet Theodosiou


Cuando el pescador lanza sus artes,
 poco da que sean buenas o malas
que siempre pesca infantes.

Sí,  cuando el codicioso lanza
 su cortina de humo tejida de las ilusiones
 de los desencantados
 y de sus perdidas voluntades,
 poco da lo que se haga,
 que ese día su codicia come cerebros
 y escupe nuevas y maliciosas deidades. 

¡Patria, bandera, derechos, libertades!!!

¿Qué más da que qué más diera,
si sales a cazar y matas cachorros
 y hembras que nada más que vivir
 necesitan y saben?

Engaño y avaricia a raudales recorren las calles,
mientras que los seres pensantes tienen miedo y no salen.

La maldad está en el hombre
 anidando su alma modelable, 
la bondad lo habita desde infante...

Las separa una delgada línea, bailarina insinuante, 
que se prostituye en pos del embustero que más tiene,
 de ese que el arte de la mentira controle y gane, 
del que compre embustes y bien venda jugosas y adulteradas verdades...


Mueran pues ya los mirlos de la esperanza 
y caigan silenciosos entre gritos de odio 
y bramar de coloridos trapos y retales
los castillos de princesas soñadoras 
sostenidos de naipes. 

El viejo

La pasarela del cielo


De repente y callado 
llegó el silencio...
 Un agujero ancho, 
profundo y negro 
como el negro fango,
 como el negro cielo... 

Sigiloso y apostado en las esquinas del tiempo
 me acecha el miedo, 
y canta bajo su canción de dientes apretados
 y apretados velos.

La calle es larga y estrecha, 
las flores que adornaron sus paredes 
ahora son yertas, y al fin, allá y cada vez más cerca, 
está el oscuro dintel que pronto la habrá sellado.

Cuesta arrastrarse... 
cuando sólo hace dos días la sobrevolaba intensa, cuesta vivir la estrecha y última recta.

¿Qué fue de ti...?
¿Y de mi, que fuera?
¿Qué de los rayos del sol?
 ¿Quién los recuerda?


Jaroslaw Datta


Ahora todo está en silencio... y mi alma, 
mi alma que antes cantase  a la vida altiva y sincera,
 ahora baja la frente y sobre el pecho las alas pliega.

El fin siempre llega, siempre llega...
Se nace con su aliento atado a las cejas.
 Llega y llega y siempre siempre está llegando.
 Más ¿para qué temer al desdichado, para qué temer el  final de los finados, acaso no es esta la celda donde pájaros, ángeles, jóvenes, viejos y princesas, deshojan de las horas las olorosas prendas, y los días aún no acabados?

¿Horizontes? ¿Dónde?.
 ¿Sueños? ¿Cuando?

Si cuando el opio se agota ya no hay ni sol ni luna ni sombra que resguarde del viejo loco el desamparo...

Y el viejo olvidado ahora es mi persona, el que no se acompaña de amigo, de hijo ni persona; el que pierde el norte y elucubra si alguna vez esta mente trastornada pudo haber pensado.

 Acaso todo fue un sueño...
 La niñez y la juventud, los amores y los sudores; las luchas, los honores, los versos y tus ojos, que ahora me miran así como se mira a un pobre extraño. 

Amanezcan

La pasarela del cielo


Cuando la sábana del tiempo
 se extiendió ante mis ojos,
 pude ver de las risas y las ausencias,
 las caricias, y de aquellos dulces enojos, 
los rastrojos. 

Biby Ríos



Nadie puede, nadie pueda regresarte,
 tiempo acabado... Nadie quiera siquiera,
pues los sucesos ya terminaron,
 vaticinando un futuro más pequeño y más seguro,
anunciando que tus desastres y tus miedos, 
que tus amores de aire y tus fuegos 
son ahora presa fresca de la memoria
 que es frágil y fugaz deterioro.

Allá perezcas, pasado que me vuelves el rostro,
 allá a lo lejos quede el acento oscuro de tus abalorios, y en la lontananza se pierdan
 los trinos de los pájaros que me enamoraron,
 y permanezcan por siempre
 sobre tu sacrílego cadáver 
las piedras cordobesas que doraron mis ojos.

No hay barca, no hay caronte, 
no volverá a amanecer el día
 que anocheció color de oro; 
pues los recuerdos sólo son
 presa frágil de la carne
 y la carne, presa es de un licaón
 sin rostro.

Mas amanezcan los nuevos horizontes,
 escondidos ahora bajos los hinojos,
 y amanezcan las nuevas albas
 refulgiendo sus colores 
sobre las charcas diáfanas
 de tus ojos.

 Amanezcan las recién nacidas esperanzas
 de este alma tan usada, pues ha de quedar 
bien alzada la cortina de mi casa
 el día que anochezca este rostro.

Giros

La pasarela del cielo




Tantas veces la vida me ha enseñado, 
que ya creo no saber nada...


Agnieszka Lorek


Nada  me merece especial cuidado,
 nada...
Nada que no sea el aire
 y la balsa calma de tus ojos claros,
 nada que no sea el verde viento de tu aliento
 o la brisa de tu risa sin motivo y alocada, nada...

Brillen pues las luces de los justos 
bajo el manto de esta ciénaga de escarcha, 
brillen las verdades,
 como los incombustibles luceros lucen
 bajo las almohadas más gruesas y pesadas.

Y ya no me importa lo que aprendí
 ni eso que aún no sabes,
y no me incumbe lo que supiste 
o lo que ignoro a estas alturas lejanas;
 porque ya sólo me seduce, cielo, 
este cielo que nos cubre y la tierra que nos abrace
mañana, al anochecer nuestra era,
 traslúcida libélula de ámbar.

Y sólos como invisibles 
vuelos de aves grises,
 o como el grito de amor
 de una cigarra despechada... 
Tú y yo somos igual que un recuerdo, 
justo cuando ya se ha olvidado;
 pues tal será el paso nuestro, mi cielo, 
sobre el tapiz de esta casa de locos
 donde juntos bordamos el dechado 
de nuestra dulce historia de hielo.

Y regresar podría sobre mis renglones
 justo llegado el último suspiro,
 corregir podría mis rimas, 
corregir estos mis torpes giros, 
más nunca será más tersa la piel de este sueño
 que tú y yo vivimos
 sin haber nunca jamás dormido
 en esta larga noche de invierno.


Sobre el cristal

Esse Imaginaria




Dibujar tu nombre en el cristal 
me hizo enrojecer, 
y al tratar de escribirlo en la luna misma,
se encendió el amanecer.
Pronunciar tu nombre hilarlo en mi hablar,
fue lo mismo, lo mismo fue, cariño,
 que el bosquejo de un querer.


Daniel Bilmes


Y te dibujo y te escribo
y enrojezco y veo el cielo, 
cielo mío,
todo emborronado y bello...

Y si destrenzo tu nombre
y en la misma luna lo escribo,
besar podría tus labios de frío
sobre el cristal de algún recuerdo.

La vejez

La pasarela del cielo





 ¿Qué pasó,
 qué sitio es este,
 dónde se acuestan las rosas al caer la tarde,
 y al anochecer los párpados oblicuos de los ángeles?

Riendas fuertes hubo un día enfundando estas mis manos,
el horizonte se mostraba desafiante y bello,
el sol sobre lo alto reinaba y bajo mis pies se extendía llano el infinito suelo...

Ahora niebla soy,
y el humo ahora soy
de aquella ilusión postergada
 que se vierte como gas sin recipiente
y de contenido incierto...


Agnieszka Lorek


Y estas manos temblorosas
titubean sobre el aire espeso que ya no muestra el mundo,
mientras rostros y rostros se suceden los unos a los otros,
unos y otros,  como caballos cabizbajos
en la casa oscura y escandalosa del feriante endeble.

El tiempo hizo de mi una pompa en el aire del desconcierto,
 ni manos ni pies, ni lengua ni ser retienen ya
una brizna del fulgor de mi coraje...

Y el mundo se marcha presto sin mi,
 y me deja sobre la cóncava cuneta de la vejez
y la muerte del cuerpo y de la mente...
 y camina alto y erguido pisoteando mi nido,
mis recuerdos, mis ilusiones, mis dedos y mi boca
 en este último trance.

¿A qué tanta lucha que casi vencí?
 ¿A qué tanto sudor,
tanta fuerza y orgullo enarbolado
y malgastado en sufrir?

 ¿A qué restar tiempo al dulce intento
 del sustento de vivir?

¡¿A qué, estúpido..?!

¿A qué esperaste
 al último momento
de la mala vida
 para mal morir?



La muralla vieja





Hace tanto que lo sé... 
el que ya no importa...
 pasa y pasa 
y rueda y rueda
como la luna sobre la oscura alfombra,
 como la sangre por su caudal,
 como el agua del río entre sus dos riberas,
 y así como la luz pasa
 a trastocarse en sombra tras del umbral...

Vanities 1929


 Y ni tú ni yo ni nadie, 
mi rey, podrá evitar,
 que las cosas sucedan
en la rueda de la vida 
tal como susurran
las duras pieles heridas, 
castigadas y misteriosas
 de las piedras casi vencidas.

Y es que estas murallas ancianas
están poseídas como en loco sueño, 
y a veces son mariposas que hablan
 o cadáveres que cuentan,
 que transmiten sensaciones y sucesos. 
Y es que estas torres pétreas, amigo,
 son poderosas y de los tiempos pasados, 
pretéritos y largos besos... 







Todo va bien

Por la baranda del cielo

Todo va bien, los pájaros vuelan en lo alto, los muertos mueren a su hora, los besos caen como gotas de rocío maduro y bien templado...
Nada rompe el devenir de los sucesos tranquilos, no hay ruido que irrumpa ni temblor, ni suspiro que no sea el que el dulzor del sereno relente deja al caer su recuerdo en la tarde.


Agnieszka Lorek


La gente va y viene, 
va y viene la gente y las nubes, 
se mece el aire...

La paz nunca se cansa de abrazar mis brazos, mientras mis brazos inquietos buscan y buscan la caricia del abismo tras del tapiz del arte...

Tanta paz por paladear, 
tan fácil, tan blanca, 
tan si no la quieres ver, 
distante...

Cerca, como los labios del beso,
como la flor de la belleza y la luz de tu mirada.
Tangente, como la sombra de la luz tamizada
 y la expresión de amor de la secante callada. 

Todo va bien, 
los pájaros vuelan en lo alto,
los muertos mueren a su hora
y los besos caen como gotas
de rocío maduro, justo a tu lado.





Cualquier sueño

El prado de Proserpina



No me digas que dé la espalda al cariño,
y no me pidas que no te bese...
No esquives mis miradas
 como si mis miradas cautivas
 cautivar tus besos pudiesen. 

Behanze?¿

El aire hielas con tus requiebros,
 pero enderezar tú no puedes
 las sinuosas curvas de un "te quiero"

Húndete pues en la desesperanza
y déjate caer en mi destierro, 
que jamás volver podrás al día día
 ni a la lisa realidad del crudo invierno.

De tus manos y de mis manos 
si tu quieres podrá nacer un hueco; 
tu casa y mi nido,
 tu cálida cueva y mi cárcel de olvido
 donde olvidar querrás el mundo entero.

No temas, 
y reclina tu cabeza sobre un verso,
 olvida del mundanal ruido la prisa
 y entretén con tus caricias 
las caricias de cualquier sueño.  


Esmeraldas rotas

El prado de Proserpina



Tantas cosas bonitas
 yendo y viniendo por las pasarelas 
de los ojos de la gente...
Tantos dedos enamorados 
tapando la luz de la ventana,
 tantas melodías calladitas entre dos
 ocultando el alegre rumor 
de arroyos y arroyos de mieles...

 Tantos amaneceres anaranjados,
 tantos atardeceres en la sangre
 de los propios ángeles inyectados...

 Y caricias de sinceros y altos amores
se ven, o del cálido y alto cariño
 de las entregadas madres inspirados...

Wood Nymph



También hay en el mundo
 suspiros verdes de esperanzadas esmeraldas,
campos verdes y floridos 
que de intangibles versos son vergeles;
 incluso una vez yo vi bordado
 el cielo de los llantos emocionados
 de la insoportable hermosura arropados,
trazando el mundo de blancas estelas 
como vainicas de claros nardos...

 Mas, al mismo tiempo 
y en el mismo universo,
 la sangre del justo
 arranca a sorbos de odio el soberbio diablo
 de la furia obtusa e inquieta. 
La vieja y descosida ira deambula loca y sin causa
 derramando ríos de sesgadas esmeraldas
que se quiebran y se quiebran en diez mil pedazos, 
decorando el orbe de ponzoña
 y sombras verdes y desesperanzadas,
 que los altos enanos asfixian 
en el despreciable cofre de Pandora,
 bien cerrado...

 Presos quedan ya por siempre
 todos los justos llantos
 de los muertos en vida 
y de los santos violados...

Y tantas cosas bonitas
 yendo y viniendo por las pasarelas 
de los ojos de la gente...
tantos amores, tantas esperanzas, 
tantas nubes de versos enamorados
 de muertos en vida 
y de santos violados...

El gorrión

Por la baranda del cielo...


Te alejas y me alejo... 
y entre los dos, 
como alfombra se extiende,
 el vacío oscuro y solo del universo...

Te vas y subes y bajas,
 enredando las nubes pasajeras, 
dibujando con la caricia de tu sombra
 los recodos de mi alma, 
arrinconando mis miedos...

Marcos Beccari



Hermosa es tu presencia,
 hermosa es tu ausencia...
 mi amigo, mi diablo, mi ángel, 
mi ave rapaz o quizá gorrión
 de dorada miel y acero. 
Alma mansa que todo lo arrasa, 
y que engaña a la vista atenta 
y hasta al propio entendimiento.

Como aire te trasmutas,
 y me trasmutas en lo más alto 
y me convences al mismo tiempo,
 para ser  amante rescoldo
 opuesto al averno.

Vayan y vengan por siempre pues
 sobre mi sombra las caricias
 de tus pensamientos,
 y vengan y vayan tus besos al aire,
 y despeinen las espinas de las rosas
 que son color de sangre...
 Y de los corceles negros, 
sus ecos sean por la eternidad
 tus amorosos versos,
 cuando por mi los entregues 
al vertiginoso aire...


Cancioncilla

Por la baranda del cielo...


Cuando yo estoy serena,
cuando yo estoy serena,
 hay una canción en mi alma, sí, sí
hay una canción en mi alma...


Irakly Nadar



 Y cuando la calma se espanta,
 de entre mis dedos de arena, 
deja su deje la nana, sí, sí
deja su deje la nana... 

Y si el cielo se hace oscuro,
 la cancioncilla insistente, 
de puntillas viene a verme, sí, sí, 
de puntillas viene a verme...

Lleva el compás de la luna,
lleva el compás de la luna 
 sobre nubes y altas ramas, sí, sí...
sobre nubes y altas ramas.

Y sobre el reflejo más nuevo
 cuando se mira en la fuente, sí, sí,
cuando se mira en la fuente.

Y al amanecer, trino limpio 
 sobre los olivos verdes, sí, sí...

Y si lloro, y si río,
 y si amo, y si peno,
 es la canción de mi madre
la que me besa la frente, sí, sí...
la que me besa en la frente.



Imaginación

Por la baranda del cielo


Y es la imaginación 
el más bello ornamento, 
y el sol, la luna y tu sonrisa,
 tan sólo me parecen unos burdos instrumentos; 
porque cuando el vuelo del alma misma
 sobre las torres y la luna rima,
 nada nublar consigue 
tan alto y profundo portento. 

¿Qué haber podrá 
tras de los límites de lo posible
 sino lo que hoy mismo es imposible 
por futuro imperfecto?


Cabalga, niño de aire sobre las nubes tersas de cualquier sueño inalcanzable, cabalga lento, al paso y al galope, sobre el corcel negro oscuro de tu horizonte...
Tesoro repartido por igual, riqueza del alma y el intelecto, regalo de los dioses más perfectos que faculta al rico y a pobre da visa, para fabricar una luna nueva que colgar del vacío cielo, cada día sin beso y cada noche sin derroche.
La suerte, la tierra, las monedas... nada puede nada, no tienen precio, si no te abrazas fuerte, mi niño, al gratuito intelecto de imaginar los sabores dulces de la vida cuando todo sea yerto.

Donde viven los sueños

Por la baranda del cielo


Tímidamente me asomo al aire libre que huele a viento,
que huele a viento...
 y te desdibujas y me desdibujo 
en el cálido abrazo del sol intenso.

 Al sur del sur me miras, 
al sur del sur te siento...

Las lomas se arrullan en el monte, 
tus besos delimitan mi cielo. 

 Al sur del sur estás tú, vida,
 allí viven mis sueños.


© Glen Preece


Tímidamente te asomas al aire libre que huele a viento,
y me dibujo y me desdibujo en tus pensamientos,
 delimito mis bordes en el lienzo de tus esperanzas, 
que es de aire, y que el mismo aire diluye en la calma
 y el silencio...

Por momentos nazco y quiero, 
por momentos soy y no soy, 
disolviendo mi propia imagen 
sobre la imagen que me devuelve el café
que sabe a azúcar y huele a verso.

Y mira cómo las onduladas lomas
 se arrullan allá en el monte eterno, 
con sus tonos que al atardecer
son tan cálidos y tiernos...

Y mira cómo son tus besos 
los que delimitan mi cielo, 
y es porque al sur del sur
 está la vida, mi amor...
aquí viven los sueños.

Presentaciones de "El prado de Proserpina"

El prado de Proserpina









PRESENTACIÓN DE
 "EL PRADO DE PROSERPINA"




Bueno, estaba muy indecisa pero al fin, el viernes pasado (23/6), la increíble Matilde Díaz y yo presentamos "El prado de Proserpina" en el maravilloso y aun más "embrujado" que de costumbre Cortijo de Miraflores de Marbella.

Foto: LV Mon Producciones

Esta ha sido una presentación distinta y maravillosa donde me he sentido arropada, querida, valorada,  apreciada y casi abrumada por un montón de atenciones que no podía haber imaginado. 

¡Ha sido un gran día, de eso no cabe la menor duda!




Los días previos hubo que hacer varias entrevistas en radio y televisión de las que dejo muestra bajo este post, además de haber tenido mucho estrés por las ocupaciones extras que suelen surgir cuando menos se las espera; pero ese día me di cuenta de la cantidad y la calidad de amigos que tengo y de la cantidad y calidad de amigos del arte que quisieron colaborar promocionando y engrandeciendo este acto de la forma más generosa y desinteresada.

Gracias a la incombustible Matilde Díaz, integrante del grupo de escritores "Territorio de escritores",  que siempre ha presentado mis publicaciones, y además, gracias a Mari Paz, que casi sin conocerme arrimó el hombro por causa ajena y puso en marcha sus contactos en Marbella. Gracias a Miguel Rodriguez, LV Mon Producciones, mi querida Rina y tantos otros que hicieron posible que la magia de la noche de San juan se adelantase unas horas para conseguirnos una mágica tarde de San Juan...





La estupenda escritora de cuentos infantiles tales como "La estrellita viajera" Josefina Arias González, recitó magistralmente varios de los poemas de "El prado de Proserpina". Ardo en deseos de conocer más y mejor su obra, después de haber comprobado en persona, la dulzura, inteligencia y generosidad de una mujer que sólo escribe para fines benéficos.




Mati sigue creciendo tras varias presentaciones y su control a los mandos del evento fue impresionante. Se encargó de decorar, presentar y departir con la misma tranquilidad que si estuviera tomando el café de la mañana con sus hijas.



Miguel Rodriguez (Miguelón) fue unos de los impulsores de la maquinaria de promoción y también recitó varios poemas























María José García Ripoll me obsequió con su libro de cuentos dedicado: "Zapatos Rotos", lectura que me tiene entusiasmada estas ultimas noches.
¡Gracias, María José! Ojalá un día yo pueda ser tan grande como tú...






A Alberto Colonna por su estupendo prólogo, a Mirta y demás amigos ausentes y presentes, pintores, poetas-escritores, mecenas y cámara...



¡GRACIAS A TODOS!


Para comprar el libro, pincha la imagen



Y aquí os dejo algunas de las entrevistas previas de las que pude conseguir copia: