El muro

El prado de Proserpina


Phillip Weber


Aquí está el mundo, justo frente a mi,
 susurrando monstruosos rugidos 
sobre el taciturno aire
 Aquí se muestra desvergonzado
 mientras, como sirviente a sueldo,
 llena mi copa de mentiras mientras 
 la vacía de verdades.

 Y se levantan muros de muertos allá sobre el dorado horizonte, a las afueras de las ciudades, y se llenan de solitarios las plazas más anchas y de lágrimas espesas ya noto que rebosan los mares. 

Mientras tanto, 
sin pudor ni recuerdo de su existencia, 
se muestran los poderosos vistiendo de Armani, 
al tiempo que desnudan manojos de niños muertos
 de sus amarillentos sudarios;
 a la puerta de las conciencias boquiabiertas
 y amuralladas con ladrillos de falsedades.

No me apetece vivir este mundo, madre,
 yo quiero un mundo de ventanas abiertas
 yo quiero un paisage de "Imagins"...
 Quiero yo inventarme un mundo
 de paz para todos; 
de horizontes abiertos al hombre sediento
 y al cálido viento,
 quiero un verde valle para pacer libre
 las imposibles paces, 
de libertades verdaderas y de no más pospuestos
 amaneceres inalcanzables.


La celda

El prado de Proserpina



Ayer vi desaparecer las ventanas tras los cristales,
caer vi los horizontes por las pendientes de los sueños,
recorrer pude los prados y las riberas,
 pegada a las celdas de los demás presos
 que jamás supieron desfallecer.




Ayer el sol no se puso y hoy aún permanece
 erguido sobre los relojes del mundo
 Ayer supe, mi vida, que no hay muros
 ni alambradas capaces de encerrar el cariño
 que en mi malgastaste, 
el que jamás te devolví.

Y ayer amanecerá ya por siempre frente a mis ojos,
 y se eternizará el instante perfecto 
frente a los porvenires más oscuros
 y menos cuerdos. 

Escojo pues, de entre todos mis desvaríos
 el más cercano a ti, 
el menos mío;
 para decir adiós al mundo
y abrazarme fuerte 
a la tabla endeble
 de tu latir.

Insomne

El prado de Proserpina




Jaroslaw Datta

La noche se ha echado a dormir, tiene frío
El cielo, oscuro y teñido de añil, se esconde allá a lo lejos
Tus ojos, cerrados sueñan sueños viejos
mientras caen en mi red, entregados cautivos.

Fuera, la luna se mueve lenta y parsimoniosa sobre las telarañas vaporosas de su olimpo, eligiendo vestidos que enseguida desecha, hipnotizando insomnes, enamorando toros, pariendo hijos... 

Y yo, como siempre, la miro sin saber la causa de mi insistente insistencia, presa para siempre de su leve gravedad de fresa y menta. 
Y la miro y la miro y suspiro y me abrigo, mientras imagino las apariciones que desde su magnética lejanía inspiran mis suspiros. 
Y se esconde no se esconde, y el viento juega con su luz prestada cuando se refleja en la era, acariciando a los locos sonámbulos, que cada noche escapan a hurtadillas de sus mantas para presenciar su altiva indiferencia.

Ven, luna, y dime qué cuento cuenta tu piel sureña, dime por qué causa ilumina tu luz fantasma estas fantasmagóricas piedras; dime, si es que sientes, si es que alguna cosa anhelas, y qué buscas cada noche cuando te asomas al puente y al patio, cuando en estos estanques tranquilos te reflejas y cuando apartando los espesos jazmines, a las ventanas de las solitarias torres de esta ciudad abrazas y trepas.   


Cuento de amor

El prado de Proserpina



Estaba en lo alto de aquella loma,
el viento silbaba,
la vida se deslizaba como agua,
se alejaba como hoja...

Y allá en lo alto de mis pensamientos
 que silbaban como viento,
y como corriente de arroyuelo
 cuando se aleja entre las sombras,
pensé cómo es vivir y en cómo
 amé y perdí grandes imperios,
 que más tarde encontré
 en tus ojos cerrados al viento
 y en los míos fijos al sol.


Kile Zabala

Supe pues desde mi atalaya cómo
ni la inocencia perdida,
 ni la recién nacida ilusión
 saber podrán caminar el sendero
 de vuelta a mi corazón.

Nublóse entonces el día,
acercóse pues la tormenta
 pausada del frío que hiela los huesos,
 y despertáronse tus ojos de la dulce cuna del viento,
 cerrando los míos de la hipnótica ceguera del amor.

¿Quién eres tú?
¿Quién podré ser yo
sin el espiral canto del albor;
y qué podrá ser de la sombra
sin que la proyecte el sol?.

Y la vida no es más que un instante
de magia que dura hasta que dura el dolor;
  un beso al aire y sin reflejo el abrazo,
o la honda vuelta eterna a la luminosa cuna del yo;
 que ni inocencia perdida,
 que ni recién nacida ilusión
 saben caminar el sendero
 de vuelta al corazón.

Y se elevaba en ese instante desde las profundas entrañas del horizonte violeta el amarillo recién nacido del sol, el cielo se teñía de naranjas y azules, y tus alas se abrieron al viento en un desperezo de hambre y candor. 

Viniste de nuevo a mi, 
y en nuestro nido de terciopelo
 amasaste insistente y bello
 mi caprichoso cuento de amor.

No soy de aceite

El prado de Proserpina


Parece, y no quiero hablar muy alto, que desde hace dos días este blog (mi casa, mi almohada, mi cuaderno de borrones y mi pista de pruebas) ha vuelto a funcionar. Cuando por fin entro y lo veo "completito", o sea, con comentarios, con barra superior y con toditas sus absurdeces, ha sido como haber estado desahuciado por riesgo de derrumbe y que al fin me devuelvan las llaves. 



No me importa si se me cae encima, porque si algo se me tiene que caer encima, que no soy de aceite; que por lo menos sea mi casa...
Chi, durante todo este tiempo he podido crear nuevas entradas (no sin dificultades, eso sí), pero sin verlas...Y ya estamos en casa, ya puedo ver los comentarios que habéis estado dejando en mi ausencia, esos que no pude corresponder... Muchos se cansaron, pero otros, otros, aún sin respuesta por tanto y tanto tiempo, habéis perseverado, y cómo..!!

Ya hice unas cuantas entradas para agradecer: agradecí la amistad, los apoyos, los comentarios, la guía, los ánimos y tantos y tantos premios... y aunque no me importa repetir, que ya me vale, digo gracias, sí, esas siete letritas incombustibles cuando son sinceras, y GRACIAS por estar cuidando de mi casa en mi ausencia...
No sé cuanto durará este permiso domiciliario que Blogger me ha dado porque nunca supe cual fue mi crimen, creo que la ignorancia de no haber sabido solventarlo. Pedí ayuda a "AYUDA" (...) Fue una experiencia de tontos...
 ¿De verdad que esos chats de ayuda sirven a alguien? Un señor se hizo cargo de mi problema, pero ese señor tan listo nunca supo identificarlo... En fin, sin problema no hay solución.
Pero llego el mismo día de Reyes, el cinco de Enero, y mira por donde todo está diez!
Gracias Reyes Magos, me habéis traído el regalo perfecto, el que cuenta incluso con el factor sorpresa, (aderezo tan recomendable cuando se cocina un regalo).  Chi, es el regalito que nunca pedí ni a Melchor ni a Gaspar ni a Baltasar, porque mi única carta iba dirigida a Google; pero ustedes, como decimos a los hijos y nos contaron los padres, sabéis ver los corazones de la gente jajajja 
En fin, espero que estos Reyes hayan sido igual de generosos con todos los que tenéis a bien entrar por mi casa.
PD: Por cierto, las macetas están más bonitas que cuando me fui.


GRACIAS!!


El balcón

El prado de Proserpina



He vuelto a volver. 
El camino se hace y se deshace, y pareciendo que la meta alcanzara, se desvanece, entre las brumas del rememorar de tu risa y el relente...

He vuelto a volver,
 a la casa de tus besos,
 a la de tus sienes.

Vuelvo al hogar, al acurruco y a la risa pequeñita de la confidencia sin disimulo. A la complicidad del par perfecto, y a tus manos que se abren a mi como cuna que me mece el sueño...

Kanisa A.


Me extrañen el cielo y el infierno, me llamen el agua y el fuego, y se me entreguen los prados verdes coronados de blancos cabellos; que despreciarlos deberé por abrazarme fuerte, fuerte a tu fuego.

Y la tranquila ave taciturna eres de mi cielo,
pues no hubo águila ni halcón existiera
 que sobrevolar pueda el balcón de mi pecho.

El arrullo

Esse Imaginaria



Cuanta soledad con toda esta gente por todas partes...
Me mata esta soledad preñada de presencias expectantes.

Osamu Obi

Silencio, ausencias, aire...
Nada ni nadie,
 silencio...
Un trino perdido,
una nube que se arrastra,
el arrullo estrepitoso y autémtico
 de las hojas de los árboles...

Soledad serena,
 dulce dulcinea,
 que me habla bajito palabras de aire, 
y me acuna, me mece, me enseña.

Nada ni nadie,
 respiro profundo y no temo pensar,
 ni recordar ni crear nuevos mundos
 de apetecibles dulces salvajes.